Mujer gato

En mi juventud me enamoré de una mujer gato, la conocí el día menos pensado en un lugar que ni yo ni ella frecuentábamos, en una sola noche de frenesí me mostró incontables mundos, me enseñó a besar de siete mil cuatrocientas formas diferentes y me maulló completa una canción en el oído, pero cuando desperté vomitando bolas de cabello ella ya se había marchado, me dejó solo y con la espalda desangrada.
Cuando me volví un hombre maduro desposé a una mujer dinosaurio, que si bien no llena el hueco que dejó en mí la mujer gato, mi mujer dinosaurio sigue siempre allí cuando despierto.